Chile: Enduro Ecuestre en la Patagonia

Club de Campismo

La cuenta era regresiva para que llegara el 23 de febrero: el día del Enduro, el anhelado reencuentro con la Patagonia y lo que más me gusta de ella; su gente, la tierra, los caballos y los gauchos.

El Enduro es un carrera ecuestre de resistencia a campo traviesa, cruzando ríos, bosques y cerros. Por esto mismo implica al menos un mes de preparación de los caballos: sacarlos a galopar, darle una alimentación específica, cepillarlos, etc. Tareas, a las cuales los gauchos y la Gaela le han puesto todo el corazón y dedicación. Tenemos un equipo que se ha consolidado con el tiempo y, estoy segura ¡tenemos a los mejores!

Dos días antes de la carrera llega el camión “El Torito” y todos saben sus labores: sacar brillo a las monturas, juntar los baldes, separar las botellas, la comida y la parrilla (muy importante) para así al día siguiente llegar y cargar. En la noche al que le toca cocinar tiene suerte… varios comensales entusiasmados y el menú, de seguro carne con papas.

El próximo día temprano ya se ve mucho movimiento en las caballerizas. Se cargan los caballos y los aperos en el camión, tomar unos cuantos mates y nos fuimos. José se queda a cargo del rancho. Silvio y Mario van en el camión y el resto, gracias a la bondad de algún chofer, llega al lugar de la carrera. Una vez allá, inscribimos los caballos y la tarde queda para seguir tomando mate, reencontrarse con viejos amigos y conversar de lo que más nos gusta: de caballos, ¡si podríamos pasar horas hablando de ellos!

El día de la carrera nos despierta el viento, si hasta levantaba las piedras! Pero eso no desanima a nadie, todo lo contrario, están todos listos y entusiasmados: caballos, jinetes, herreros, espectadores y aguateros, esperando la largada, y así se pasó el gran día. Montada de a caballo en la tierra que más quiero, cada paso un destino, cada tranco un recuerdo y cada galope una vida, y pienso: “si galopamos por tantas huellas… no me vayas a fallar zaino, seguí pa` adelante!

Este lindo recuerdo de una experiencia más en la Patagonia me deja feliz, pero sólo por un tiempo. Porque como dice una muy buena canción, nunca jamás se abandona lo que llorando se deja.

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